domingo, 6 de diciembre de 2009
NUEVOS COLONOS
Existen grupos de personas que sienten la llamada de la tierra como algo genético, interior, vital y nostálgico. Hemos pasado en apenas dos generaciones de ser agricultores a urbanitas de paseo, de la fesoria al ratón del Windows y del tortu al big-mac.
Hoy en los pueblos apenas unos pocos ganaderos son los únicos que mantienen un modo de labor semejante al que existía hace treinta años y el abandono de la zona rural ha sido suplido en menor medida por habitantes con ese impulso emocional al que me refería anteriormente.
Estos últimos años un afán desmedido por hacer negocio tanto por promotoras como por Ayuntamientos, ha causado cierto caos en el entorno natural y estético en nuestras zonas rurales, la cultura “sostenible” de la rehabilitación se cambió por la de la masificación uniformada del adosado.
Nos encontramos entonces con un nuevo concepto de sociedad rural donde se consigue mezclar el impulso primario de vivir en contacto con la naturaleza y con las raíces familiares con el deseo exigente de la comodidad y de la tecnología.
En estos asentamientos ya no se habla de témporas o de cosechas puesto que los vecinos ocupan tareas bien distintas y como si de unos nuevos colonos se tratase comienzan a organizarse para mejorar la calidad de vida en su pequeña colectividad.
Los Ayuntamientos no son ajenos a este fenómeno y empiezan a ver los pueblos como un medio más para captar ingresos otorgando la urbanidad a fincas y praos sin hacer un estudio serio ni del medio físico ni de la intención de los dueños, comenzando a gravar estas propiedades a unos niveles comparables a ciudades importantes sin que esta subida de impuesto conlleve una reciprocidad a la hora de la prestación de servicios.
La excusa de la especulación es el argumento favorito del edil de turno para intentar echar abajo las peticiones de los propietarios cuando, son las administraciones las que tienen que velar por la legalidad en todo momento atendiendo a razonamientos bien sea de protección medioambiental o simplemente respetando la estética, el entorno natural y por supuesto el espacio arquitectónico. Esta falta de sensibilidad acusada por muchas autoridades municipales hace que precisamente sean las personas que habitan la zona rural las primeras en defender este medio en el convencimiento de la calidad de vida que ofrece o su vínculo emocional.
Para los nuevos colonos del medio rural estas medidas recaudatorias intentan provocar la desaparición de estos núcleos para favorecer precisamente el movimiento de capital y chocan con el concepto constitucional de igualdad, es decir, no es aceptable crear ciudadanos de primera a la hora de pagar y ciudadanos de segunda a la hora de recibir.
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